noviembre 18, 2012

Un encuentro interno - Cristian Juliá


Marcos era un joven de 16 años. No era como cualquier otro joven. Era sobre todo un rebelde. Uno de esos jóvenes que a menudo se lo señala como a una persona rara, no integrado a las prácticas de los “jóvenes de bien”.

Marcos de chico era muy preguntón, hacia esas preguntas que incomodaban a cualquier adulto. Las respuestas que los adultos no supieron dar, lo hicieron dudar. Y Marcos dudó dudó de todo, de las formas de enseñanza, de los valores que le querían transmitir los padres y profesores, dudó de los exámenes, dudó de la televisión, dudó tanto que de pronto empezó a ver de otro modo la vida. Las hojas de los árboles, el agua del río, la tierra, ya no le parecían lo mismo que antes. Empezó a pasar horas sentado cerca del río observando, pensando.

Marcos, era uno de esos chicos que compartía todos sus juguetes, que no le importaba tener la bici nueva, ni la computadora nueva, ni el celular nuevo, ni la pelota nueva, lo poco que tenìa lo compartía con los demás amigos del barrio, quería jugar en grupo, quería divertirse, inventar historias, porque eso si, era un gran soñador, un gran contador de historias.

Cuando Marcos iba a la escuela, las profesoras, esas profesoras aburridísimas, le preguntaban que era lo que quería ser de grande él no decía que quería ser jugador de fútbol o músico de Rock, lo que él decía era simplemente “quiero ser libre”. A lo que la profesora indignada respondía: “¿Acaso no eres libre?” Y Marcos respondía “Claro que No, pues estoy en la escuela”.

Marcos empezó a profundizar su dudas, empezó a encontrar ciertas explicaciones y nuevas dudas, nuevas preguntas.

Marcos empezó a cuestionar.

Marcos junto a los amigos de la escuela y de su barrio formó una organización juvenil, se llamaban "Los Justos”. Los Justos se organizaron alrededor de una vieja casona que Marcos tenia detrás de su casa principal. Ahí pasaban películas, armaban debates, salían a hacer pintadas contra la forma de sociedad dominante. Pero más allá de la actividad política, lo que caracterizaba a este grupo de jóvenes era sobre todo su cuestionamiento a la forma de vida burguesa. Se burlaban de las costumbres, de la vida monótona, del aburrimiento, de sus charlas, de su moral. La casona vieja donde prácticamente vivían Los Justos se convirtió con el tiempo en una pequeña sociedad que rompía con las reglas de la sociedad dominante. La vida en la casona era ideal.

Cierto día en la casona, después de que una parte de los jóvenes hagan una obra de teatro y después de partidas de ajedrez nocturnas, charlas y guitarreada, Marcos se fue a dormir.

Marcos se levanto a las siete de la mañana, cuando bajó las escaleras su mujer lo esperaba con un café caliente como todas las mañanas. Prendió la televisión, se fijo que no haya demasiado tránsito, se fijo también si ese día haría mucho frío, pues estaría todo el día afuera, y tenia que saber si se llevaría un abrigo.
Marcos se despidió de su mujer y de sus hijos a las 7.15 Hs de la mañana. Salió con su auto último modelo de su casa, un auto brilloso, elegante, que lo enorgullecía. No tardó como todas las mañanas, en empezar a enojarse por el tráfico, putea a todos y mira el reloj, sabía que llegaría tarde, eso lo enfada más, y putea y mira el reloj y luego vuelve a putear y vuelve a mirar el reloj. Como todas las mañanas, como todos los días, como toda su vida.

Marcos llega a su trabajo, se pone de inmediato a trabajar. Hace algunos papeles, pelea con empleados, piensa cuando puede que terminará de pagar la cuota del auto y que después de todo, podría cambiarlo por uno más nuevo, más cómodo, más grande.

Marcos sale del trabajo un par de horas tarde, cerca de las 21 Hs, pero después de todo era bastante común terminar tarde. Sale en su auto último modelo, pero no tan último como el que piensa comprar. En el viaje de vuelta a casa, empieza a cabecear. De pronto, en un abrir y cerrar de ojos mira a su alrededor, no sabía donde había dado vuelta mal, pues los inmensos edificios, los pobres pidiendo una moneda, el humo de los autos, paisaje común de la poderosa ciudad en la que vivía, habían desaparecido.

Marcos se encuentra en un vecindario con casas simples, con árboles y grandes jardines. Las calles parecen desiertas. Pues es el único auto que las transita. Le parece un paisaje familiar. Cuando al doblar en la esquina, tratando de encontrar nuevamente el rumbo, frena estrepitosamente, se queda paralizado, no podía creer lo que estaban viendo sus ojos. Se encuentra en su viejo vecindario, aquel donde nació y vivió de joven, en frente a él, la vieja casona donde fundó “Los Justos”, no sabe si está soñando o está despierto, siente un impulso dentro, baja de su auto y sale corriendo hacia la casa, cruza la arboleda, el césped alto y mojado por el rocío, la casona parecía abandonada. Entra sin pensar.

Marcos se queda perplejo. Del otro lado de la puerta se encuentra con Marcos. Los Justos estaban en ronda riendo de una interpretación burlona de una de sus profesoras del secundario. Se desmaya.

Los dos Marcos se encuentran en una habitación. Se miran, saben todo el uno del otro. Lo que no saben es qué paso en el medio para que uno se convierta en el otro. Para que Marcos devenga Marcos.

-¿Qué nos pasó? –pregunta uno.

-Crecimos –Responde el otro.

-Pero… no puede ser, yo no me puedo convertir en vos. Yo tengo sueños, vos sos todo lo que no quiero ser.

-Pero es lo que somos.

-Si, pero… ¿Cómo pasó?.

-No lo sè, no me di cuenta, fuimos a la universidad, conseguimos trabajo. Las reuniones de Los Justos se empezaron a hacer más esporádicas. Algunos se fueron. El trabajo nos ocupaba mucho tiempo, nuestro jefe nos valoró nos dio un aumento y más responsabilidades, un día nos sentimos incómodos con el auto y lo cambiamos por uno mejor y después por otro y por otro. Nos mudamos del barrio a la ciudad, abandonamos a los compañeros y nunca más volvimos. Los diarios, la televisión, el lujo, dejaron de desagradarnos, sin darnos cuenta nos fuimos convirtiendo en esto. Pero… Después de todo, de eso se trata la vida ¿no? En algún momento tenemos que crecer, la rebeldía es una cosa de jóvenes.

-¿No?

-No, es una cuestión de humanos.

Marcos despertó como todos los días a las 7 de la mañana. Miró el despertador, lo tiró por la ventana y volvió a dormir.


Autor: Cristian Juliá
Contacto: Facebook: Cristian Juliá
correo: Cris_julia_baradero@hotmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ayúdanos con un comentario en esta parte. ¡Te lo agradeceré mucho!

Licencia de Creative Commons

Septiembre 2012: Mes de poesía experimental.

Noviembre 2012: Mes de Unión y Solidaridad/ Trabajos enviados por compañerxs.

Febrero 2013: Mes de cuentos eróticos.