Podría estar todo el día dormido,
rascándome los huevos,
oliéndome la mano después de hacerlo.
Pajearme,
volver a hacerlo todo el día,
con la más grande pereza del mundo,
ese mal vicio que me fue otorgado por ese que llaman creador.
Y bueno, en los malos vicios tengo que echarle la culpa.
Si fuese tan bueno me hubiese dado… No sé,
el don de la pintura o el don de hacer música
pero el muy idiota me dio el don de la escritura
y peor, escritura maldita.
¿Es que no se dan cuenta?
Tengo que escribir por personas que no saben escribir,
es decir,
tengo que cargar en mis hombros todos sus problemas,
decir:
“oh sí, tengo un maravilloso don, escribo las puterías que tú no puedes escribir”
y luego tragarme el puto coraje y usar las letras
para que los faltos de carácter se sientan identificados
y casi me quieran lamer hasta el culo.
Yo tengo que ser paciente,
escribir mis propios problemas,
escribir tus problemas,
y aunque te sepas imbécil ahora, me dirás:
“escribes muy bien, ¿puedo besarte la polla?”
“¿puedo colocarte un gran listón rojo y luego lamértela?
No chicos,
no se creen falsos ídolos,
resultan los más desagradables del mundo,
no idolatren a un escritor, menos uno como yo,
mañana se me jode la mano y no vuelvo a escribir,
entonces seré más halagado y me dirán:
“podemos tomarnos una foto contigo, me encantas”
y yo les obligaré a ponerme duro el pito a lengüetazos.
¿Qué pasa con ustedes?
¿Es qué no saben que a un escritor no se le piden trivialidades?
Cómprenle simplemente una cerveza y un tabaco.
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